PnF - Una carta - cap. 2

Una Carta

Capítulo 2

Stella y yo nos encontrábamos recostados sobre el pasto disfrutando de los primeros rayos de sol del día. El profesor de física se había resfriado y tuvimos la clase libre. Comenzamos discutiendo sobre el tema de nuestro proyecto de ciencias pero el tema cambió tantas veces que no sé ni cómo habíamos llegado a lo que hablábamos en este momento.

-Ya te lo dije Phineas, voy a extrañarte mucho cuando regreses con tus padres a Danville – decía Stella algo cabizbaja

-Pero para eso aún falta mucho Stella, -dije tratando de animarla- apenas estamos por terminar Enero y ya te estás preocupando del verano

-Es que… - calló unos instantes y luego tomó aire para continuar- me he acostumbrado mucho a tenerlos aquí, tanto a ti como a Ferb.

Ambos guardamos silencio por un minuto hasta que decidí darle fin a ese incómodo momento con una gran idea que acababa de cruzar por mi mente, bueno, realmente era una idea que me venía rondando desde hace unos meses atrás, pero creo que este era el momento idóneo para comentárselo a Stella. Me senté sobre el pasto llamando su atención.

-Tengo una gran idea, Stella –dije con una sonrisa, ella sólo arqueó una ceja – Ven con nosotros a Danville a pasar el verano.

Stella no daba crédito de los que había escuchado, o al menos eso parecía, puesto que sus ojos se habían abierto como platos y no pronunciaba palabra alguna. ¿Se lo habría dicho demasiado rápido?

-¡Por supuesto que me encantaría Phin! – dicho esto, ella se abalanzó sobre mí dejándome de nuevo recostado sobre el pasto, que ya estaba más tibio debido a la luz del Sol. – ¡Eres el mejor amigo que una chica podría pedir, Phineas! – ella seguía abrazándome sobre el pasto. Algo muy típico de ella.

-No exageres Stella –dije un tanto avergonzado debido a tantas muestras de afecto.

-Pero… -dijo ella soltándome y sentándose a mi lado- ¿Cómo se lo diré a mis padres? Y… ¿dónde me quedaré? Y… -Stella comenzaba a entrar en esa clase de crisis nerviosa, de las cuales yo ya estaba más que acostumbrado a tratar. Así que me incorporé a su lado y le tapé la boca con mi mano.

-Tranquila Stella, yo me encargaré de eso,-dije soltándola, ella ya se veía dispuesta a escuchar mis sugerencias- te quedarás en nuestra casa, tenemos un cuarto de huéspedes y, en el peor de los casos, te quedarías a dormir en la habitación de mi hermana. –le sonreí para darle confianza y luego continué – y bueno, si quieres al ratito hablo con mi madre para tenerlo todo debidamente planeado y con eso, convencer a tus padres será pan comido.

-Phineas… -dijo ella en un hilo de voz, así que me acerqué para escucharle mejor- eres el mejor chico sobre la faz de la Tierra- dijo ella con una sonrisa y dándome un abrazo de esos cálidos que no puedes evitar corresponder.

-Eres mi amiga, Stella, y una de las mejores.

Esa misma tarde había llamado a mamá para contarle todo al respecto y bueno, tanto ella como papá accedieron a ayudarme a convencer a los padres de Stella, y les pedí que no le contaran a nadie, ni siquiera a Candace, sobre nuestra huésped para el verano de éste año. Sería una gran sorpresa para todos.

Al día siguiente, saliendo de la escuela Ferb y yo acompañamos a Stella hasta su casa para así poder hablar con sus padres, Ferb logró convencerlos sin problema alguno, claro, como ya contábamos con la aprobación y apoyo de mamá y papá, los padres de Stella prácticamente nos preguntaron a qué hora sería el vuelo.

Así que estaba decidido. Stella iría con nosotros a Danville a pasar todo el verano.

Aproximadamente un mes después, recibí la carta de Isabella, a finales de febrero. Por lo que, regresar a Danville era uno de los eventos más esperados en el año.

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De pronto alguien me movió el hombro despertándome, era Ferb, estaba sentado a mi izquierda y señaló hacia mi lado derecho, hacia la ventanilla. Al moverme para ver por la ventana sin querer desperté a Stella, la cual dormía tranquilamente sobre mi hombro. Todos nos asomamos por la ventanilla y pudimos ver tierra, ya faltaba poco para llegar al Aeropuerto Internacional de Danville.

-Phineas- dijo Stella volteándose a verme- júrame que no estoy soñando

-No Stella- le sonreí- y si así fuera, estaríamos soñando lo mismo.

Stella y yo no nos despegamos de la ventanilla mientras que Ferb continuaba leyendo su libro. Al poco rato se nos indicó abrocharnos los cinturones. Todo pasó demasiado rápido. Descender del avión, ir a recoger nuestro equipaje, y justo en la sala de esperas de las llegadas internacionales, ahí estaban, corrí con las maletas por unos cuantos metros hasta que las dejé caer sobre el suelo y me aventé a los brazos de mamá. Cuando me di cuenta, Ferb estaba en brazos de papá también, así que intercambiamos. Sin lugar a dudas, se sentía muy bien estar en casa de nuevo.

Después, simplemente reaccionamos de que habíamos dejado las maletas tiradas a medio camino, así que las fuimos a recoger mientras que Stella saludaba a nuestros padres.

Al poco rato ya nos encontrábamos de camino a casa. Según mamá, Candace saldría con Jeremy y Stacy después de la clausura de clases, mientras que el resto de nuestros amigos aún estaban en la escuela.

Cuando llegamos a casa fuimos directo a desempacar. Mi mamá le había arreglado a Stella el cuarto de huéspedes y una vez que todos terminamos de desempacar decidimos bajar al patio. Estábamos bajando las escaleras cuando mamá llamó a Stella, creo que necesitaba ayuda en la cocina.

-Ve Stella, estaremos en el patio, no hay pierde. – le dije y ella sintió.

Una vez en el patio, Ferb y yo nos sentamos bajo la sobra de ese gran árbol, se sentía tan bien que hasta parecía un sueño hecho realidad. Eran como las 11 y fracción de la mañana, por lo que el ambientes era muy agradable. De pronto noté que no había visto a Perry desde que habíamos llegado de Inglaterra.

-¿y Perry? –Pregunté, a lo que Ferb sólo levantó los hombros sin saber dónde se podría encontrar nuestra peluda mascota. Luego de unos instantes, me dieron ganas de construir algo, como cada verano, así que me puse de pie y le dije a Ferb

-¡Ferb, ya sé lo que vamos a hacer hoy! –todavía no terminaba de pronunciar aquellas palabras cuando sin querer volteé a la calle, sí, ya había crecido mucho, y obviamente, con sólo ponerme de pié podría verla. Y ahí estaba… Isabella García-Shapiro, traía puesta aquella blusa rosa que le había regalado en Febrero, la misma de aquella fotografía en mi carta, se veía tan contenta, tan... em... estaba caminando junto a las firesides, Buford y Baljeet. Al parecer venían de la escuela. -¡Chicos!- grité agitando la mano derecha y todos voltearon a verme con una gran sonrisa

-¡Phineas! –Dijeron todos y entraron al patio -¡Ferb! ¡Qué gusto verlos!

Comenzamos a saludarnos todos, con apretones de manos y abrazos, se sentía bien verlos a todos, tenía un año de no verlos y en verdad ya me sentía como en casa, me quedé platicando unos instantes con Buford y Jeet, y de paso les pregunté por Django e Irving. Irving… sólo él podría saber donde estaba y en cuanto a Django, su papá pasó por él en cuanto la clausura se dio por terminada y creo que se irían unos días de vacaciones.

Luego, sólo me faltaba saludar a una chica, así que dejé a mis amigos por un momento y acudí a donde ella se encontraba. Nos sonreímos de lejos y finalmente me acerqué a ella.

-Es bueno verte de nuevo Isabella- le dije feliz, pero calmo, no quería estallar en emociones en ese momento y terminar en un ridículo... o llamando de más la atención.

-Igualmente Phineas, te extrañé mucho- dicho esto, no pude contenerme más y la abracé. Ella correspondió el abrazo y nos quedamos así por unos segundos, los segundos mejor aprovechados en mucho, mucho tiempo. No quería que terminase, quería quedarme así con ella por unos minutos más. Pero la vida a veces se comporta de forma cruel y retorcida...

-¡Phineas! ¡Ferb! ¡Ya están los bocadillos! – Isabella y yo nos separamos. Stella se asomaba por la puerta con un delantal puesto a llamarnos y bueno, todos quedaron petrificados, es decir, ¿de dónde había salido esa rubia de ojos verdes, y qué hacía ayudando en la cocina?

-Stella, ven- la llamé y ella acudió a donde todos nos encontrábamos- Damas y caballeros, ella es Stella, es una amiga de Inglaterra y pasará el verano aquí en Danville con nosotros.

Una exclamación de asombro se dejó oír por parte de todos y bueno, todos fueron a presentarse con ella, menos una persona: Isabella. La miré incrédulo y ella con un deje de fastidio fue a saludarla.

Después todos entramos a la cocina, nada como unos bocadillos hechos por mamá. Bueno, además estando tanto tiempo lejos de ella, uno aprende a valorarlos más.

-Me alegra ver que siguen teniendo mucho apetito- decía mamá gustosa –hacía mucho que no veía la cocina tan llena, ¿alguien gusta más jugo de manzana?

-Yo quiero un poco más señora Flynn- decía Holly extendiéndole su vaso para que le sirvieran más jugo.

Entre tanto alboroto en la mesa, me recargué en mi respaldo y miré hacia la puerta y ¡ahí estaba! entrando sigilosamente, Perry hacía su entrada triunfal.

-¡oh! ¡Ahí estás Perry!- mi querido ornitorrinco se acercó a mí y lo levanté para darle un merecido abrazo. Después se lo pasé a Ferb y se quedó con nosotros el resto de la tarde.

Sin darnos cuenta, el tiempo pasó volando. Entre anécdotas, bromas y deliciosos bocadillos nos la pasamos en la cocina hasta que los celulares de los presentes comenzaban a sonar, eran todas las madres preocupadas porque sus hijos no se habían reportado y ya pasaban de las 6 de la tarde. Al poco rato, las Firesides fueron las primeras en partir, después Isabella y por último Baljeet y Buford.

-¡Cielos Phineas!- decía Stella mientras lavaba los platos- tus amigos son muy agradables

-Te dije que te aceptaría muy bien Stella- le decía mientras secaba uno de los platos del escurridor. Ferb levantó el pulgar y luego le pasé el plato seco para que él lo acomodara en el mueble.

En ese instante se escuchó la puerta.

-¡Mamá! ¡Ya legué! – sin duda alguna, era Candace. Ella entró en la cocina y gritó – ¡Mamá! ¡Phineas y Ferb están haciendo que una amiga lave los platos!

-Tranquila Candace- le dije para que dejara de gritar –Stella se ofreció a ayudarnos

-Sí- dijo Stella con una sonrisa a modo de calmar a mi hermana.

-Por cierto… ¿tú de dónde saliste? –Preguntó Candace una vez que reaccionó que no conocía a la presente.

-soy Stella Kirsch*, -luego de soltar unas risitas- soy amiga de Phineas y Ferb, -continuó una vez que superó la risa- vivo en Inglaterra pero tus hermanos me invitaron a pasar el verano aquí.

-sorpresa- dije para poca gracia de Candace que me lanzó una mirada asesina

-no te deberías juntar con ellos- continuó Candace- son una mala influencia para ti

Cuando es necesario, Stella es capaz de hablar muy propiamente, supongo que esa fue la razón por la cual Candace luego le comentó que debería enseñarnos a comportarnos así.

Nos acostamos sin siquiera cenar, mamá y papá lo comprendieron puesto que veníamos muy cansados por el vuelo de la mañana. La habitación de huéspedes, por ahora la habitación de Stella, está a un lado de la de Ferb y mía. Así que seguimos platicando un poco más antes de finalmente irnos a dormir.

Ya en la cama Ferb me dirigió la palabra antes de que apagara la lámpara de noche.

-Creo que Stella se ha adaptado muy bien a la vida en Danville- dijo él, yo estaba por completar el comentario cuando él prosiguió – pero creo que Isabella no está del todo contenta con su llegada.

Eso me dejó pensando unos minutos, Isabella se había comportado un tanto extraño con Stella, pero decidí no darle demasiada importancia, creí que era porque no se sentía en confianza, no porque hubiera enemistad entre ellas. Pero, aunque Ferb pueda tener razón, y casi siempre la tiene, prefiero creer que ellas se llevarán bien.